La clave de la evolución es la innovación: buscar nuevas maneras para llevar a cabo acciones cotidianas nos lleva a terrenos inesperados, cuyas posibilidades esperan por ser cultivadas y desarrolladas. De hecho, la vida moderna varía constantemente y ha hecho de ello uno de sus mayores principios; algo que Facebook, el gigante de las redes 2.0, conoce muy bien.
Un vistazo dentro del coloso Facebook
Actualmente, Facebook es una corporación de 263.838,13 millones de dólares que ha sabido invertir en un terreno prácticamente inexplorado antes del 2010: las redes sociales y las formas de comunicarse a través de medios digitales. Antes de que su fundador Mark Zukenberg patentara su idea, ninguna red de intercambio social era tan grande e influyente, con tantas opciones en términos de posibilidades comunicativas, y nadie habría apostado porque lo pudieran ser algún día.
En ello reside el olfato de los innovadores: aún hoy, Mark Zuckerberg mantiene su compañía a la cabeza del sector, haciendo inversiones inteligentes en startups digitales e innovando, siempre innovando. A veces se trata de detalles simples: que los estados de Facebook incluyan la posibilidad de compartir emociones y las reacciones, han pasado del típico “me gusta” a “me encanta”, “me molesta”, “me entristece” y “me asombra”, debido a que muchas situaciones que se comparten en la red social son más emocionales que verbales y es más sencillo expresar una opinión mediante la “reacción” emocional, que en un comentario. Facebook sin duda ha entendido que los emojis son importantes.
Las cabezas de la Hidra
Claro que a veces esas innovaciones no son tan pequeñas. Entre las compañías en que Facebook ha invertido destacan: Face.com, líder en software de reconocimiento facial utilizado actualmente para etiquetar las fotos en la propia red social (aunque también en Google Photos); Atlas, que descubre los intereses y gustos de los usuarios y los conecta con los patrocinadores, convirtiendo a Facebook en la plataforma ideal para la publicidad en línea; Snaptu, importante para desarrollar las versiones móviles y apps; así como las patentes de Friendster. Facebook sabe que crecer es diversificarse.
Uno de los principales intereses de Zuckerberg está en el crecimiento orgánico de las comunidades digitales: la tecnología cae en desuso si no es respaldada, por tanto, las compras de Whatsapp e Instagram son formas de aumentar la comunidad de Facebook y explorar otras formas de comunicarse, pues a futuro, una de las metas de Facebook es poder enviar mensajes instantáneos a través de la mente de los usuarios, como una plataforma telepática, al igual que permitirles compartir sus sentimientos e ideas tal como se les ocurran al momento.
Aunque actualmente esta tecnología suena improbable (y Zuckerberg lo sabe), el joven emprendedor no olvida que las comunicaciones se mantienen en constante innovación y lo que parecía imposible hace tres años o menos podría ya ser un hecho. Por eso Facebook hace todo lo posible para llevar a cabo ese proyecto, no solo aplicable a los mensajes directos, sino a la publicidad personalizada por usuario, haciéndola mucho más precisa de acuerdo a los gustos y preferencias de cada uno.
Obviamente hay expertos preocupados por el tipo de uso que se le pueda dar a tal tecnología, principalmente porque podrían representar una violación a la privacidad de los usuarios. Lo cual nos lleva a la pregunta: ¿Cuánto es bueno compartir? ¿Qué no debe salir de nuestra mente?
Las oportunidades insospechadas
Lo cierto es que las ideas rompedoras, las que más arriba apuntan, las que desafían los paradigmas de la comunicación, a menudo son desechadas como imposibles. Un riesgo que Facebook no está dispuesto a correr. Innovar, atreverse a explorar nichos insospechados y difíciles, así como mantenerse al día en las curiosidades sobre tecnología, son hoy en día mucho más que meros sueños y pasatiempos.
Imagen: Freepik
Muy bien explicado.
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muy didactico