A los profesionales de hoy en día les cuesta contentarse con el trabajo de la oficina. Ya sea por mayores necesidades financieras, pasiones incompatibles con la rutina o la esperanza de un día ser sus propios jefes y tener su propio emprendimiento, el volumen de trabajo que se realiza en actividades freelance es cada vez mayor.
El mercado para el outsourcing y los servicios de coaching crece en demanda y surge el problema de cómo capitalizar los talentos y conocimientos.
La respuesta no es simple, pero existen una serie de principios a los que ceñirse para organizarse, ofrecerse y desarrollarse como profesional independiente del área que sea. Echémosles un vistazo:
Promocionarse es indispensable
Empezaremos por aquí, aunque no sea necesariamente el primer paso. No hay mejor forma de dar a conocer a un freelancer que el boca a boca y un trabajo bien realizado.
Pero conviene también asegurarse de tener siempre a mano tarjetas de presentación disponibles y de hacer uso de las tecnologías digitales (correo electrónico, redes sociales) para establecer un canal de contacto con la clientela.
Un anuncio en los clasificados o una suscripción a alguna página de internet para independientes tampoco es mala idea.
Encontrar un nicho apropiado
La competencia entre freelancers suele ser feroz. Y la mejor estrategia para lidiar con ello no está tanto en el margen de precios (cosa a la que obviamente hay que prestar atención), sino en ofrecer al cliente una experticia acorde a sus necesidades puntuales.
No es lo mismo, por ejemplo, ofrecer consultoría especializada en recursos humanos, que simplemente anunciarse como coach empresarial.
Adaptarse a la demanda es clave, pues una vez realizada con éxito una contratación, se abrirán posibilidades diferentes a partir, siempre, de un cliente satisfecho.
La selectividad es vital
Aun así, escoger la clientela adecuada es clave para una labor de éxito. Nada es peor para un profesional independiente que asumir un reto fuera del alcance de sus posibilidades.
De manera similar, la prioridad del freelancer debería ser siempre los clientes con posibilidad de contrataciones sucesivas.
De poco sirve un trabajo eventual y exclusivo, aunque pague generosamente, pudiendo contar con una racha de contrataciones de menor paga pero recurrencia en el tiempo.
La planificación antecede al presupuesto
Suena obvio, pero no lo es tanto: para saber cómo facturar un proyecto debes conocer primero lo que involucrará y cuáles serán las demandas puntuales del mismo.
Tiempo, esfuerzo y movilidad deberían entrar en la ecuación, pero también cuánto conoces del tema, cuánto deberás investigar y qué conocimientos aplicarás en la resolución del problema.
Lo mismo ocurre a la hora de lidiar con el cliente, al que poca experticia podrás demostrar si careces de un plan de acción que detallarle.
Recuerda: primero entender, luego planificar, por último actuar.
En conclusión, la labor del profesional independiente se centra en lo bien que organice sus propios recursos y en la calidad del servicio que ofrezca.
Eso, obvio, sin dejar a un lado la visibilidad, punto clave para tiempos tan veloces como los de hoy.
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