A menudo, en el mundo de los negocios, se piensa que todo en la vida es cuestión de números y procesos, de un enfoque racional del entorno. En cambio, es difícil hallar guía para las etapas emocionales que todo emprendedor atraviesa, sobre todo cuando se conduce una startup que acaba de despegar y exige de ti más tiempo y esfuerzo del que pensabas inicialmente ofrecerle.
En ese sentido, te ofrecemos aquí una guía de los retos emocionales más comunes entre fundadores de emprendimientos y startups, para que puedas prepararte para lo que viene o saber que lo que sientes es parte natural del proceso.
Los retos emocionales del fundador
La mayoría de los retos emocionales que enfrentarás tienen que ver con dos aspectos distintos en constante tensión: los requerimientos del trabajo y los de la vida. Es difícil encontrar un balance saludable que permita a ambos aspectos desarrollarse, pero será mucho más simple si te reconoces en el siguiente mapa de sensaciones recurrentes:
- “Las cosas no suceden suficientemente aprisa”. Los dos recursos menos abundantes en una startup son, justamente, tiempo y capitales disponibles. Y no es raro que estando a la cabeza de los procesos, quieras que estos marchen al ritmo de tu pensamiento. El problema está en que rara vez lo harán y deberás desarrollar la paciencia y la tolerancia a la frustración si no quieres que esas energías negativas afecten el vínculo con tu equipo de trabajo.
- “Las cosas van demasiado aprisa para controlarlas”. La contrapartida del ítem anterior, que no por eso no puede ocurrirte al mismo tiempo. Es paradójico, pero esto tiene más que ver con tu deseo de control que con el ritmo real en que suceden las cosas. Comprensiblemente, este deseo surgirá en la medida en que los múltiples requerimientos de tu startup consuman tiempo y demanden supervisión, pero debes prepararte para confiar y delegar en tu equipo cuando haga falta, y sabiendo que es imposible tener absolutamente todas las aristas del negocio bajo tu puño de hierro.
- “Las cosas empiezan a salirse de lo previsto”. El siguiente estadio y más angustioso de la sensación anterior: lidiar con la incertidumbre. Para bien o para mal, la vida es caótica e irreversible, y eso conlleva un miedo totalmente comprensible. Lo mejor que puedes hacer cuando te sientas dando pasos en la oscuridad, es conservar la calma y el sentido de la aventura: no sabes si lo que hallarás son retos o más bien oportunidades, pues ambos son las caras de una misma moneda. Recuerda que estás abriendo camino, como los exploradores en la América temprana.
- “¿Cómo se supone que lo decida todo yo?”. La duda, compañera de viaje de la humanidad, es algo a lo que no deberías rehuirle. Te presentará el chance de repensar y revisar estrategias, de rectificar rumbos, pero también podría resultarte paralizante. No puedes cuestionarlo todo, no puedes preverlo todo y, aunque te duela en el ego, no todo depende de ti. Tu startup en crecimiento requerirá de recursos humanos capaces y eficientes, que sigan tu guiatura pero que también participen de ella. Aprende a escucharlos y a incorporarlos en tu dinámica de decisiones, y verás cómo empiezas a sentirte menos solo en la cima.
- “No sé muy bien lo que estoy haciendo”. Y además, todos confían en ti. Menuda presión sobre tus hombros, ¿no? Aunque es tentadora la perspectiva de hacerse el mártir, no olvides que tu proyecto marcha al ritmo de tu pasión y la de tus socios. Procura evitar el síndrome del impostor, esa impresión hueca en la autoestima que te hace dudar de si tienes lo que se necesita para enfrentar los retos. Nadie conoce mejor que tú el emprendimiento, y si lo hace debería estar contigo en el equipo. Comparte la presión con tu familia, tus amigos, con las personas que te quieren pero nada tienen que ver con el proyecto. Ellas son tu fuente de energía y confianza para el día a día.
- “No tengo tiempo para mí”. La frase más dicha por líderes emprendedores del mundo entero. Y sin duda un momento peligroso para tu salud mental y emocional. No todo puede ser el trabajo, así que organízate mejor para abrirle espacio al placer y el encuentro contigo mismo. Deportes, lectura, vida afectiva… no se puede tener éxito sin cuidar el mundo interior. Recuerda que todo este esfuerzo es, justamente, para permitirte a ti y a tus socios llevar la vida que desean. Procura no sacrificarla en el intento.
Hasta aquí un mapa más o menos completo del carrusel emocional que te espera. No te desanimes: una buena planificación, sesiones de esparcimiento y, sobre todo, mucha conciencia del impacto emocional de los negocios, serán clave para no hacerte infeliz.
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