¿Sabes qué es un cuello de botella en los procesos empresariales? ¿Sabes cómo evitarlos y qué hacer para ponerles remedio? En este artículo le dedicaremos un rato a analizar este fenómeno tan pernicioso en la operación de muchas organizaciones empresariales y que, si no se le atiende, puede ralentizar fatalmente la obtención de sus resultados.
¿Qué significa “cuello de botella”?
Se llama en el argot popular “cuello de botella” a esas situaciones en que un gran volumen de elementos deben ser procesados en números significativamente menores, es decir, a un ritmo más lento. Tal y como en el caso de una botella, cuyo contenido sale de a poco al ser más chica la boca del envase que el resto del cuerpo. En lenguaje empresarial, igualmente, este fenómeno acarrea el ralentecimiento de una cadena de suministros de gran volumen, manifestándose en una baja y densa, fatal para el crecimiento de la organización.
Por ejemplo: una fábrica de botellas, justamente, recibe cantidades ingentes de materia prima para procesar, pero sólo cuenta con unos pocos hornos en los que fundir la arena y lograr darle forma al vidrio, así que la materia prima continúa llegando y amontonándose, ocasionando un gasto sostenido que no se compensa a tiempo con la venta de las botellas elaboradas y que, ocasionalmente, acarreará pérdida irreparable de materia prima y el quiebre de la empresa.
¿Cómo identificarlo y resolverlo?
La forma más usual de identificar un cuello de botella empresarial es monitorizando los procesos, ya sea a través de instancias propias o de outsources, para poder atajar a tiempo el atasco y hallarle soluciones viables, en muchos casos echando mano a las leyes de la probabilidad.
Para ello se debe prestar especial atención a los procesos más lentos de la cadena organizativa, aquellos que por su volumen o complejidad precisen de mayor tiempo o mayor esfuerzo para realizarse.
Sobre todo los procesos manuales deberán encontrarse en este sector a monitorear. Los automatizados, en cambio, pueden muy bien evaluarse desde los nodos de sistema, y su resolución muy bien puede pasar por el diseño de estrategias informáticas más ágiles. Para ello conviene también un coaching especializado, que no reste recursos a la empresa y ataje prontamente la necesidad puntual.
En todo caso, el personal de estas áreas críticas deberá contar con las mayores inversiones iniciales, obviamente. Y deberá ser el foco del monitoreo, siempre desde una perspectiva constructiva y no punitiva, pues se corre el riesgo de desalentar a los empleados al hacerlo sentir bajo vigilancia.
Pero cuidado: no siempre la ampliación del plantel de trabajadores es posible o siquiera viable, así que a menudo el problema estribará en la dinámica misma de la labor, más que en la cantidad de manos ejecutándola. Es posible, de esa manera, que una visión de conjunto, colaborativa, ya sea de un recurso externo o de algún otro sector que eche una mano, pueda dar con la solución de una manera sinérgica y que aporte a la larga un crecimiento puntual a la empresa.
La dificultad de ello suele estribar, no obstante, a las resistencias al cambio, naturales en el carácter de los seres humanos, que pueden resistirse incluso a un método de labor mucho más benéfico en términos de tiempo y productividad, por rechazo al esfuerzo inicial de aprender un sistema diferente.
Esto último bien podría que ser atajado por especialistas en cultura corporativa y recursos humanos, que convenzan a los elementos resistentes de los beneficios a largo plazo y de que cambiar, más aún en el área financiera, suele ser sinónimo de crecimiento.
Monitorización, inversión y cultura corporativa: los tres elementos de solución para la mayoría de los cuellos de botella en el proceso de las organizaciones. Conviene tenerlos en mente a la hora de revisar por qué, justamente, el ritmo de proceso de tu área esté tan por debajo de lo esperado.
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